
Microrrelato
Un rayo de sol despertó a la osa parda recordándole que la hibernación había terminado. Los pequeños oseznos esperaban impacientes y ella era la responsable de su alimentación.
Salió lentamente, oteando el horizonte. Todo parecía tranquilo. Avanzó por un claro del bosque hacia unos arboles que le ofrecían sus tiernas hojas primaverales y comenzó su desayuno con apetito.
Un lejano destello de luz la hizo retroceder avisándola del peligro.
Segundos más tarde sintió un fuerte dolor en el costado y cayó mortalmente herida.
En esos momentos no pensó en el dolor que estaba sufriendo. Su pensamiento voló hacía la osera, pues en su interior esperaban dos oseznos que no podrían sobrevivir sin ella.
Adelaida Hidalgo